puede que, como poeta, le faltase un poco.
eso lo decían los amigos.
los otros, los que no lo amaban, decían
que, como poeta, era un verdadero fiasco
pero que hacía muy buenas tortillas de cebolla.
entonces lo invitaban a que leyera
y Pascual Gómez Hernández leía
leía tan mal que terminaba haciéndolo bien
porque marcaba tendencia, hacía estilo.
y sí como poeta le faltaba algo
alguna pluma de ganso en alguna aleta
algún arete chino en algún pie
pero sus tortillas de cebolla eran sus tortillas de
cebolla. una vez sorprendió a todos
cuando leyó un poema a Renato Descartes.
impecable, implacable, bello por donde se lo mirara.
esa noche, después del recital, hizo las
tortillas más sabrosas de toda sudamérica/

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