si fuéramos honestos diríamos
que todo cuanto hay de hermoso
es todo cuanto hubo de horrendo.
la calle a medianoche
los semáforos aficionados
a los ambientes extremos
los martillos que una vez golpearon las
cabezas rapadas de los clavos están
ahora en cenicientos galpones viendo
nidos de ratones, descuartizamientos de
pichoncitos, dibujos textiles de arañas que
se pasan la vida comiendo los
cuerpos casi invisibles de las
moscas. si fuéramos honestos dejaríamos
que nuestros muebles y nuestras antigüedades
y los boletines de calificaciones de
la escuela primaria
se queme
todo se cenice
se aire
y vuele.
a veces tenemos tanta reserva de maldad encima
que amamos hasta las verrugas en la piel del otro,
faltaría -claro- saber con cierta prudencia
quién de nosotros es nosotros y quién
el otro que nos puebla.
si fuéramos honestos
aconteceríamos.
nos llenaríamos de sales los ojos/

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