y ahora olvidada la corona de espinas
dejado atrás el calvario de los días y de las noches
ardido ya el madero donde las coyunturas dolían
siendo ya el tercer día, dejando atrás a los muertos,
mirando el espejo azul de los cielos
se ensaya ancha y dulce la sonrisa
pero, corazón caballo, amarilla y lenta lluvia,
aunque la alegría te toque desnuda el alma,
guarda en un rincón de tu carne el recuerdo
de los primeros clavos que se hundieron en tus manos/

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