Apuntes callejeros sobre el Ulises de
Joyce y una cita de Aira o Saul Bellow y George Orwell fanáticos de James o el
título que el lector escoja/
César
Aira dice que si un escritor es sincero reconoce que la literatura, su
literatura, proviene menos de sus propias vivencias o ideas que de los libros
que ha leído. La literatura se nutre de literatura decía Hugo Cows, profesor
titular de Teoría de la crítica en la Universidad de La Plata allá por 1999.
Estoy
leyendo Ulises, del irlandés James Joyce (1922) un clásico del siglo XX. En un
momento los personajes disgregan acerca de Shakespeare, hablan sobre la
originalidad de Shakespeare o, mejor dicho, de su no originalidad. De cómo este
escritor inglés tomó prestadas leyendas de los pueblos europeos y pasajes de
otras obras literarias para reelaborarlos en sus propias comedias y tragedias.
Es un guiño de ojo al lector que está leyendo una obra cuyo título evoca
inmediatamente a Homero y su Odisea. Es maravilloso cuando los escritores no
intentan borrar las huellas literarias que siguieron para poder caminar el
propio camino. Esa honestidad de decir "admiro tal obra, tomo cosas de esa
obra y produzco otra". Trabajar con elementos que pertenecen a otra obra
enriquece la escritura y es un sincero homenaje a la obra que nos hizo poner a
trabajar.
Hace unos días leí del canadiense Saul Bellow su novela Herzog (1964) cuyo protagonista es Moisés Herzog que -entre otras cosas- tiene la costumbre de escribir cartas a todo el mundo, está buena. Hoy leyendo un pasaje del Ulises me encuentro con una "carta" que un personaje le escribe a otro donde se menciona a un tal Moisés Herzog. La similitud es innegable: cartas/ Herzog. Es decir, es muy probable que Saul Bellow haya escrito su novela a partir de esa sola página que tomó de la obra de Joyce. Esto, claro está, no le restaría sino que le sumaría atractivos a la novela del canadiense.
Otro desprendimiento de la lectura de Joyce tiene que ver con George Orwell y su novela 1984 (1948), escrita -como es evidente- 26 años después del Ulises. En la novela de Orwell se habla de la Neolengua. La neolengua es una lengua creada para ahorrar palabras, una nueva forma de escritura, que el gobierno totalitario dirigido por Gran Hermano intenta imponer como la lengua oficial. Recordemos: todo esto dentro de la ficción literaria creada por el inglés George Orwell. Basta pasar algunas páginas del Ulises de Joyce para encontrarnos con una manera de escribir nueva, una "neolengua", que lo que hace es ahorrar espacios (juntando las palabras) o bien directamente suprimir sílabas de una palabra. Es muy posible que la obra de Joyce haya fascinado a Orwell al punto de ponerle él un nombre a lo que Joyce hizo primero pero no se molestó en nombrar.
Hace unos días leí del canadiense Saul Bellow su novela Herzog (1964) cuyo protagonista es Moisés Herzog que -entre otras cosas- tiene la costumbre de escribir cartas a todo el mundo, está buena. Hoy leyendo un pasaje del Ulises me encuentro con una "carta" que un personaje le escribe a otro donde se menciona a un tal Moisés Herzog. La similitud es innegable: cartas/ Herzog. Es decir, es muy probable que Saul Bellow haya escrito su novela a partir de esa sola página que tomó de la obra de Joyce. Esto, claro está, no le restaría sino que le sumaría atractivos a la novela del canadiense.
Otro desprendimiento de la lectura de Joyce tiene que ver con George Orwell y su novela 1984 (1948), escrita -como es evidente- 26 años después del Ulises. En la novela de Orwell se habla de la Neolengua. La neolengua es una lengua creada para ahorrar palabras, una nueva forma de escritura, que el gobierno totalitario dirigido por Gran Hermano intenta imponer como la lengua oficial. Recordemos: todo esto dentro de la ficción literaria creada por el inglés George Orwell. Basta pasar algunas páginas del Ulises de Joyce para encontrarnos con una manera de escribir nueva, una "neolengua", que lo que hace es ahorrar espacios (juntando las palabras) o bien directamente suprimir sílabas de una palabra. Es muy posible que la obra de Joyce haya fascinado a Orwell al punto de ponerle él un nombre a lo que Joyce hizo primero pero no se molestó en nombrar.
Así
sucede con varias obras literarias que toman frases, ideas o imágenes de otras
obras y las trabajan para incorporarlas en una nueva obra. La literatura se
nutre de literatura. Quizá podamos escribir para el demonio, no importa, pero
si queremos escribir debemos leer el cuádruple de lo que pretendemos escribir.
Si escribimos una novela que ésta sea el resultado de haber leído antes no
menos de 20 novelas, por lo menos. Porque, como dice Aira, seamos honestos:
todo lo que escribimos es porque primero lo hemos leído. Y con respecto a
escribir bien o mal, pienso lo siguiente: un escritor escribe mal cuando
escribe para ser llamado escritor, para agradar, para pertenecer a cierto grupo
o taller o lo que fuere. Escribe mal cuando es deshonesto consigo mismo,
escribe mal cuando el tema del que escribe no le arde en las manos. Escribe mal
cuando intenta adular o ser tenido en cuenta por quien sea. Un escritor escribe
bien cuando escribe porque escribir es todo cuanto sabe hacer o al menos,
escribir es lo único que sabe hacer con placer absoluto, placer que puede
implicar el dolor, por supuesto. Y, para terminar con este tema traigo de los
cabellos el consejo que el poeta alemán Rainer María Rilke le da a un joven
poeta "usted va a saber que escribe bien el día en que no necesite que le
digan que escribe bien". IMPECABLE.
León
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