casa de muñecas/

no diremos que esa casa de muñecas era mágica.
ni que estuviese construida
con nobles o exóticos materiales:
era la vulgar madera del pino su simple estructura,
sin embargo, no podíamos alejarnos durante un
período sobre extenso de ella,
porque nuestros cuerpos se llenaban de manchas
pequeñas manchas parecidas a caracoles
y debíamos rascarnos con un trapo seco
porque más de una vez las uñas nos corrió la carne,
no diremos que estaba maldita esa casa de muñecas
en su interior había habitaciones, réplicas de mobiliarios,
hasta pequeños grifos que giraban lentos bajo el pulgar,
a veces, cuando de noche los adultos muertos dormían,
porque los adultos son algo que mueren y no mueren
porque vigilan, cuidan la gramática y las acciones de gracia,
a veces, decíamos, cuando ellos dormían apoyados en los
troncos de los viejos limoneros del jardín municipal,
nosotros entrábamos a la casa de muñecas y nos besábamos
y nos quedábamos desnudos, nada más, no recordamos,
de la mano íbamos de una pieza a a otra pieza,
rozábamos las lámparas con un pañuelo y éstas se encendían;
decimos que en el galpón de las herramientas
encima de una antigua heladera cuyo motor ya no respira
dejamos, envuelta en cuidadoso papel madera, la casita
y si nos alejamos los cuerpos se llenan de caracoles
que asoman sus ojos morados y sonríen, pero en verdad,
amenazan/

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