no te olvides
de los pies de aquella estatua
donde te confesé una palabra que ni yo mismo
sabía
que ni los perros que duermen bajo mi cama sabían
que ni los cirios de la Rosa Mística sabían
que ni los alcahuetes que borran el cielo sabían
porque hasta yo lo ignoraba, Comadreja o Paloma,
que no te olvides de aquellos pies,
el otoño era, ese mismo era,
la palabra que ya no importa
que tal vez nunca ha importado
porque ya no estoy del lado donde el río te nombra.
habrá sido una plegaria, entonces, un recurso, una consigna,
esa vez
no sé si lloraste
o te lloré, siquiera, si fue beso o muerte la que nos dimos:
de la vida para adentro tu metódica sombra insiste.
fijate que tampoco guardo
en la memoria
otros detalles, esa vaga manera de hacer las cruces.
por alguna obstinada miseria de la lluvia
no olvido esos pies gemelos
que seguirán allí
cuando nosotros ya no estemos, si estuvimos, claro,
alguna vez y cómo
y cuándo/

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