no dejamos florecer el punto luminoso
donde las palomas y otras crueldades
descosen los números y ensucian el mar.
sin tiempo para sentarnos a mirar el solsticio
la hoja parda, el gris orangután que corre en
el viento.

sin tiempo de separar en sílabas nuestras sombras.
aligerada de gajos llegaste una mañana cuando
todavía la sintaxis de la lluvia no esgrimía contra
los escaparates de mis faunos su tristeza.

onomatopeyas muerden soles de alabastro.
al evocar sucias líneas de trenes armamos la cebolla.
un pronombre cae del séptimo piso del Delta IV.

no dejaste florecer el punto luminoso.
contra el duro cordón de un pan enmohecido afilo mis ojos.

no hay tiempo para dejarnos roer por la alegría.

la hoja imberbe del otoño me saluda
detrás de los cristales/

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