hay quien opina que aquello que deja de nombrarse muere.
que si no hay voz ni abecedario que se ocupe de lo aquello
el ala vertical y negra y gigante y taciturna de una diáspora lo
engulle, lo fornica, lo sincretiza y lo deja incomunicado en
alguna comisaría de mala muerte, de malos relojes y de
malos apuntadores

para que lo aquello no muera hay quien dice hay que sustantivarlo
verbalizarlo
meterle una mecha de fósforo en los ojos para morder la línea donde
una o dos veces por vida
alguien se sienta a decirnos ternura
a adjetivarnos los músculos los números las depredaciones

muere víctima de inanición voluntaria aquello que no se nombra
hay quien asegura incluso que más que morir se va de la Tierra
que ni el peso formidable de sus cenizas queda dando vueltas por
ningún lado
que ni el aire ni el agua ni las oxidadas canaletas de las casas nada

que nada
eso
hay quien opina que aquello que deja de nombrase
muere.
nada.

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