siempre la lluvia
no me preguntés a mí el por qué
será porque el cielo se hincha como
el abdomen de un sapo
o porque el relámpago tiene esa costumbre
epistolar de decir agua va
o agua viene
o por la sencilla razón de quedarme en casa
y ya sabés que quedarme en casa 
es comenzar la atolondrada y lenta peregrinación
a esa zona franca de la memoria 
desde cuyas sombras sustantivas tus ojos de ñandú
me están mirando como invitándome a quitarme
uno a uno los huesos
y quedar hecho un acordeón de latidos
al ritmo dadivoso de este corazón que te llama
no sé francamente por qué
como esta tarde de diciembre
cuando llueve tu nombre empieza a filtrarse
a cascotear ventanas 
a agujerear el cielo raso 
y -como cuando era un niño aún todo ruliento-
ando persiguiendo tus goteras por toda la casa
corriendo con las palanganas bajo el brazo
para no perderme un átomo de tu lluvia/

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