por cada calle que tomo
veo árboles
veo hojas azules en los árboles
perros que zumban su granate histeria
detrás de los altos alambrados de púa
que las paralelas casas de City Bell pregonan
porque el capitalismo ha lanzado sobre
los pavimentos de las ciudades del mundo
viejos niños desamparados
extraños vagabundos
rostros cascoteados por la fatiga del futuro
manos yermas donde no dejaron crecer octubres
porque sabían que si crecían octubres
en las manos en los ojos en las arterias
de los Nadies, sabían que de pronto la
primavera andaría bamboleando sus pechos desnudos
por el rostro desinhibido de las niñas
de los niños y de sus bocas
de los hombres que comen de a veces bajo la cruz del sur
de las mujeres que trabajan bajo la cruz del sur
que paren bajo la cruz del sur las manos viejas
de los recién nacidos
que serán la mano de obra
de las empresas
cuyos dueños visten una corbata
que cuesta más que el salario anual de uno
de sus empleados/ todas las cruces del sur echan cenizas,
quizá una lluvia o una antigua estación de trenes
el amor de una mujer
los catatónicos dedos de los Ministros de Justicia,
en cada calle de cualquier calle de cualquier rincón
de nuestra América
se encuentra a nuestra disposición un libro de historia
un libro invisible que solo se deja ver
con los ojos de la rabia
que solo se dejará leer
por la voz de aquellos a quienes les prohibieron
bajo pena de hambre
hablar/

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