voy a dejar mi corazón sobre el banco de una plaza,
para que los pájaros coman de él,
para que los perros coman de él,
para que los estudiantes de medicina le saquen fotocopias
o para que el enamorado que circunstancialmente pasa por allí
lo recoja en obsequio para su bien-amada,
o para que los niños lo usen de pelota de fútbol  
cuando ya subir a los sauces se les empiece a ser aburrido,
voy a abrirme la carne sintagmática
la carne azul, el octogésimo espiral riguroso del ciliquimandro  
y dejaré sobre las patas traseras de un caballo sin dueño
este cangrejo loco, esta paloma roja, esta sílaba pegajosa
para que el eremita del sur lo sopese
y lo trueque por una bolsa de sal o un mortero de anís,
voy a irme con mi cuerpo descorazonado 
voy a irme caminando con la noche de caderas aterciopeladas
bichitos de luz, moras que cuelgan justo encima del arroyo 
y una bicicleta que se enciende de luces cuando la luna la toca,
un oso polar anduvo con un saco a medida hasta que
mirando de reojo la aurora reflexionó que la alegría era acaso
un diente de ajo entrando a un hormiguero/

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