hubo tanta lluvia
tantos desplantes del invierno
tanta camisa mojada y paraguas estropeados
y callejuelas con nombres que me hacían un
nudo de tigre en la garganta,
arenas que quemaban mi sombra
sombras que eran del mundo y de mi alma
hubo, como quien dice, una semántica del hurto
una extraña algarabía de la indolencia
por esos relojes que se dan cuerda a martillazos
llegó de un puerto una mujer trayendo picaportes
llaves
clavos
tornillos
una boca por donde entré pidiendo agua y pan
entonces ya no hubo esa tanta lluvia
ni ese desaire inmaculado del invierno
tomé entre mis ojos esa mujer con olor a manzana
ando descalzo por sus mundos que son sencillos
y que basta decir amor para que sus continentes
se enciendan con luces que hasta ayer desconocía/

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