hay una distancia insalvable
entre el amor que se queda
sobre el amor que se va, el primero dura
el segundo fallece
al menos a simple vista
para los decorados del mundo
y la logística del llanto, el primero está
el segundo desaparece
sin dejar una pista vaga que lo incrimine
o una cuenta de luz impaga, el primero
se queda dormido
en el mismo lecho
casi a la misma hora
del siempre exacto lado de la pared
el segundo
se queda despierto
escuchando la lluvia
contando como ovejas los trenes que pasan
oliendo el sonido de los párpados golpeando en la oscuridad 
el primero sosiega, da la mano lenta, se reconstruye a diario.
el segundo ejerce una violencia tal
que siete décadas después
nos hace aún estremecer de voluntades marinas
los viejos ojos ya gastados
de arrojar boyas en la memoria
del amor que se va/

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