encontrarás detrás de la hermosura desolada
un puerto donde los pescadores hacen el día
y las prostitutas desamparan el vértigo de las
noches frías, esos desastres que la soledad
en su afán de triste titiritera introduce asaz
en el corazón de los hombres cuyas manos
estuvieran habituadas a las redes y a la noche,
encontrarás en medio de la calle una moneda
cuyo valor de cambio anda pretendiendo roer
no solo tu lábil bolsillo de albañil o mendicante,
los pájaros más extraños cantarán en tu nariz
y la misma madre que te ofreció sus senos
ya resecos como la garganta de una tormenta
te mirará a los ojos y no podrás evitar quebrarte
o sollozar sentado en el alféizar de una navaja,
con un poco de suerte tu alegría será lenta
y tu muerte menos violenta que un vino acongojado,
pero entonces en ese último round recordás el amor
y habrá en tu sonrisa un buey desganado queriendo
convencerte de que a fin de cuentas fuiste
tu mejor enemigo entre tanta hermosura desolada/

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