no sabíamos el ojo ni el gris oficio pero gritaban
desde el fondo claroscuro de la memoria unos
puntos sobre las íes u otros niños u otras inmersiones
cuando tu boca y el eje terrestre que masticás a diario
vinieron ante los jueces imposibles del perro risa
yo destornillaba margaritas en el jardín donde el
reloj daba siempre las tres menos mi luna y no
sospechaban los picaportes el peso de tu mano
ni la cama que me dejó mi abuelo tus huesos desordenados
a decir verdad estábamos como al principio
y al amor se le corrían de lugar las bisagras
entonces no éramos más posibles que una lluvia de manzanas
no éramos más felices que dos ranas croando bajo la lluvia
solamente habríamos sido un aljibe blanco o una rosa
pero entonces como quien no quiere la cosa dijiste amor
y dije quiero vale cuatro, a no ser por la transparente
o jodida mariposa tu boca se quejó de llena en mi palabra/

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