a esa boca
en este filo inagotable de ternura
quizá ahora esté amaneciendo
en el corazón de la abeja o en la uña del día
ella permanecerá de ojos abiertos
aún dormida
a través de la delgada geografía de sus párpados
estará observándome, a esa hora, los barcos que
llegaron de Ecuador estén desenfundando sus canastos
y decenas de hombres entren y salgan
de los mercados con las manos astilladas y los huesos rotos
de cargar en sus salarios la pesada monotonía
de la pobreza, ella, a esa boca, no será ajena
permanecerá desnuda todavía
y yo cerraré los ojos para verla caminar hacia el baño
arrastrando tras de sí la miel púrpura de la barbarie
a esa boca
en este instante le tocará la hora de partir
y de volver a esta otra boca
que la sueña
todavía/

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