(uno)

El amor es un instante
El resto es vida bajo cero
Lluvias y lloviznas descremadas
Buscar los niños a su escuela
Abonar puntualmente el alquiler
Y la salud
De pronto
Qué milagro!
Sucede algo inoportuno y el corazón se agranda
Los huesitos bailan descolocados y locos
Entonces la boca se desboca y ríe como un pájaro
Como una flor repentina nace el beso conciliábulo
Las paredes suben por el terraplén sus piernas
Crujen crujen en los dedos los milagros!
Y luego de la tormenta la calma
El océano retrotrae sus pezuñas
La luna cubre sus senos medio avergonzada
El amor es un instante –piensa-
El resto es vida que nos sobra
malgastada.

(dos)

el solo no está solo
al solo lo acompaña un cigarrillo
un cafecito en el invierno
un tereré en el verano
un amigo de sombra siempre va a su lado
y cruzan juntos la avenida
entran de a dos al campanario
suben juntos las escalas
tocan el mismo pan
que la misma boca mastica
el solo no está solo está aprendiendo
a lavar con sus manos la ropa y las dudas
a prepararse la cena cocer esos botones
serpentear en la hora del amor el credo
aprendido en tantas vidas de andarse solo
creo en la mujer que vendrá a salvarme
en la resurrección de la carne
y en la vida perdurable
mientras me duren los sueños
mientras no me convierta en silla o en baúl o en butaca
o en un mueble cualquiera.
Amén.

(tres)

Ted no es un nombre para gatos.
Pensaba mientras abrochaba su corpiño
Y contemplaba con cierta angustia cierta estría
Sobre el piano.
La calle le llegaba hasta la boca
Y unos pájaros sin nombre le rozaban la cara.
De tanto andar sola los pies se le hincharon de pausas
Y un caracol transparente andaba siempre detrás
De sus ojos.
No, Ted no era un nombre apropiado.
Debía apurarse porque perdería el colectivo
Y ciertamente ya estaba cansada de perder cosas
Por la vida.
Tomó uno o dos mates se colgó la cartera
Agarró llaves y ojos que estaban sobre el picaporte
Y al fin salió a la calle donde la encuentran las cosas.
A veces piensa que su padre la hubiera protegido
Pero eso fue hace tanto que ya nada recuerda.
No se sorprende de hallarse en mitad del viento
Tocando nombres que golpean con la furia de un siglo.
Decidió entonces que no habría gato ni perro ni nada.
Pensó en definitiva poblarse de sí misma
Vivir de sí.
Hasta que el amor venga con manos de hombre a habitarla.

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