no estábamos muy de acuerdo
en ciertos temas
la relatividad
el socialismo
la vanguardia
entonces ella cruzaba las piernas
y movía un pie en el aire
como si intentase espantar
pájaros invisibles
entonces el silencio nos tapaba las manos
yo me acercaba a su boca
haciéndole muecas de payaso
y ella sonreía
y ya no importaba
si Einstein o Crufschof
si Marx o Durkheim
si Artaud o Girondo
entonces ella descruzaba las piernas
y empezábamos a estar de acuerdo
en que la cama o la mesa
eran los lugares propicios
para consensuar ideas/
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