andaban entre las calles
de una ciudad sin nombre
encontrando en cada pájaro
una excusa del cielo
entraban a las librerías
y a los supermercados
a las pescaderías
a las oficinas
a los bares
y salían con olor a viento
con sabor a lluvia en la boca
un banco de plaza
una parada de ómnibus
un asiento 
andaban de crepúsculos ciegos
y de sombras avaras
andaban, como quien dice,
de brújula sin norte
de bola sin manija
de amor en el escaparate de una tienda de mascotas
una mirada
una ráfaga de suerte los arrojó contra sí mismos
y anduvieron desde entonces
la mar en coche y el beso a horario
la soledad se les cayó de la boca
como un caramelo ya cansado
y sin sabor a nada/ 

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