no podemos tolerar la tristeza.
ayer, sin ir más lejos, una mujer sentada
arrojaba los ojos lejos
entre las lejanas hamacas del parque
qué fantasmales memorias bailarían 
detrás de los fierros?
qué hombre o qué madre, quizá, 
la miraba con renuncia?
la tristeza abre prostíbulos de sal en la mirada
y nos hace hacer macanas
que, a veces, pagamos en cuotas mensuales
con intereses al cien por ciento
y de por vida
claro
la alegría es una búsqueda constante
un esfuerzo
uno sabe que viene y se va
si no le preguntamos
qué tal el viaje?
querés un cafecito? algo para picar?
entonces si se siente cómoda se queda
en el muladar, en el restrepo, en la vanguardia de la risa,
y se queda acodada a la misma mesa
desnuda en la misma cama
caliente en el mismo fuego
sin embargo allí la tristeza
como una sombra o un viejo perro acostumbrado al amo
la sigue
ladra de cuando en cuando para fingir su nombre al infinito
quedémonos de este lado, alegría,
yo voy a leerte poesías
o a compartir sinfonías de silencio contigo
qué sé yo
quedate
después llega ella
y podemos hacer un pic nic en el patio
o una pirueta que te deje la nariz verde de alegría/  

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