austera liviandad de las moras
en adelante el olor silencioso torcerá 
el eje plácido con que la ola submarina
suele desnudar el cuello violáceo de la noche
esa calle como un seno marchito y mustio
con sus lenguas dolorosas, sus paraguas inmóviles,
aquellos ceñudos árboles de bocas moradas
que al menor jacinto azul del viento estremecía
su sola raíz de clara epifanía del verbo,
caminabas medio de costado por el peso del alma 
un mundo desdibujado hacía llamadas de 
larga distancia con tu corazón embravecido
no te dio tiempo a ulular en la resina
mis pies condicionaron tus zapatitos negros
entonces, cuando me besaste, tu boca fría
me dejó en noche deformados sueños
en los que de mis huesos nacían mariposas ciegas
buscando a tientas tu sexo mora/

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