creímos que mar
supusimos que espuma
nombramos una a una las semillas
entonces su mano se abrió como una vocal
eléctrica y sustanciosa,
se apoyó sobre mi boca y dijo andemos
como un sombrero rojo y diminuto
saltó sobre mis dientes tu lengua absoluta
y busqué sobre la oruga plácida del tiempo
tus rodillas crisol, tu delgada cintura,
creímos que los días o que el fuego
en su paciente anonimato de brasa y ceniza
descargaría sobre el silencioso aire del mundo
toda su extravagancia, su olor a caballo hambriento,
andemos dijeron tus axilas, tu sexo andemos,
tu luminosa espalda, la saliva, el pupo misterioso,
andemos y hecha mujer de carne diste vuelta la aurora
y los terribles fantasmas, las sombras desesperadas
anunciaron tus ojos hechos de escaleras mecánicas
de ciudades abandonadas, de puertos donde
pescadores exhiben con los vientres destrozados
tiburones azules del océano infinito,
me rindo, me he rendido entonces,
y de huesos enamorados me dejo a tu costado
dormir con las luces bajas del crepúsculo/ 

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