introducción a la melancolía ...

sírvase un café bien dulce
juegue a recordar el nombre 
de ciertas calles
por las que de niño solía andar,
tamborilee sobre la madera rústica
los pesados dedos y los pesados ojos,
escuche algún tango 
o algún rock liviano de esos pegadizos
que sirven para buscarle formas
a las nubes, suspire lentamente
como si estuviese empujando 
barquitos de papel
dentro de la circunferencia de un anillo,
sonría sin enseñar los dientes
y sobre todo evite los lugares abiertos
para un melancólico no hay sol más bello
que el de las tarjetas postales,
guarde pocos amigos
guarde con especial consideración 
esas fotografías que le aseguran
que todo tiempo pasado fue mejor,
no atienda al cartero
no vaya a ser cosa que le vengan 
con buenas noticias,
tampoco juegue a la lotería
corre el riesgo de acertar los números
y es ciertamente trabajoso
ser melancólico en la abundancia,
fume, sobre todo fume hasta quemar el filtro,
los dedos de un buen melancólico
deben oler a una plantación centroamericana
de tabaco/ acuéstese temprano
sufra insomnio
procúrese una almohada lo suficientemente incómoda
no sea que se duerma de un tirón
y el sueño le arrebate la melancolía/
por último, 
si llega una mujer a golpear su puerta
dígale que no hay nadie
recuerde
usted es un melancólico
el amor puede hacerlo cambiar de parecer
y perderá el privilegio de formar parte
de esta cátedra 
de introducción a la melancolía/

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