jabón de tocador ...

los fundamentalistas del jabón en el lavatorio
o en el lavabo (esa palabra de doblaje francés)
no toleran, en este tema, ni un breve despiste de la 
acomodadora; verán, cuando llegan a una inmoviliaria
lo perdonan todo: humedad en las paredes, restos
de sánguches sobre el teléfono, la falta total de
higiene del dependiente, su flojera, su moquera, 
la ferviente desproporción caballística de las
cucarachas que cuelgan, como trapecistas ciegas
-y, de hecho, muertas-, de las telas arácnidas;
estos bagres de aguas dulces no se admiran un
ápice si de pronto adelantando el dinero del mes
o del quinquenio se precipita sobre ellos la saliva
acuedúctica del Rentario obeso cuya nariz sostiene
unas gafas de lectura gruesas como el cuello de 
Medusa, sí, los fundamentalistas de jabón en su lugar
lo tolerarán todo, incluso la estafa, mas nunca
claudicarán en su fervor de hallar siempre a mano
a la izquierda del lavabo, eso que las películas dobladas
llaman tan eróticamente: jabón de tocador.  

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