el destino incierto de un libro de poemas.
un cangrejo que encontramos de casualidad en
una góndola para sandalias.
nunca la besó bajo el sol, para eso estaba el patio,
para eso la lluvia, Buenos Aires y Montevideo,
los realistas y los patriotas, la belleza del río,
la atemperada voluntad de las gaviotas, la
caja donde los trabajadores guardaban sus
ínfimas propinas, monedas de colores, fragmentos de
un arco de Triunfo.
de la casa del fondo, techo de agujeros prístinos,
los adagios de Elgar traían ojos frescos de caballos,
colas de mandriles, vellos púbicos de Holanda, no
sabremos jamás el destino argentino de un libro que
se diga poesía y se escriba ahogado. pero esta vez.
por esta lluvia. deja, Ballena Tonta, que lo encienda/

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