sigo siendo un buen burgués.
en la galería de fotos de mi Nokia C2
(que es un celular antediluviano)
conservo entre otras centenares de fotos
todas correspondientes a mi pequeña hija;
conservo, decía, dos fotografías
que miro de vez en vez
cuando me creo desdichado.
se trata de dos hombres
que duermen en la estación de trenes
de la siempre lluviosa Constitución
(Constitución es, algo así, como el
riñón enfermo de Dios, tan solita ella)
uno de ellos usa como frazada
una gigantografía de Coca- Cola,
el otro -menos visionario- un cartón corrugado. 
hago temblar la brasa de mi cigarro
y pienso en esos dos hombres
que podrían ser mis hermanos
o mis padres.
echo al aire el humo que se pierde en el siglo.
se viene el frío
se acercan los trenes del otoño 
y sus gramáticas bajo cero.
yo sigo siendo un buen burgués.
mal que me pese.
dejo el C2 sobre mi mesa de luz.
en el riñón enfermo de Dios dos hombres
andarán buscando gigantografías
o corrugadas alfombras.
y la poesía sigue vendiéndose 
como pancito recién salido del horno/

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