contra el amor no se puede hacer nada.
y con el amor se puede hacer mucho menos.

cuando uno pierde el amor, el amor nos pierde.
y uno anda el mundo desorbitado
con una brújula rota en la mano
y un astrolabio de juguete.
no servimos ni para pronunciar la palabra pescado.
somos capaces incluso
de echar a perder un velorio resucitando al difunto
a fuerza de necesitar morir con alguien.
si llega la noche todo es más complicado
la cama se nos antoja una medusa en ojotas con
un serrucho en las manos.
el día no es menos solidario
ni son menos dadivosas las manos con que
la tristeza nos mece la memoria.
somos poco menos que zombis
caminando bajo un sol que nos va dando de coces
en las nalgas.

el asunto no es muy distinto si el amor nos abraza.
andamos aún más desorientados
sin brújula ni astrolabio ni mapamundi que valga.
cometemos todos los crímenes ortográficos del mundo.
abrimos una tienda de cursilerías a domicilio.
y de pronto nuestra propia madre se nos ríe en la cara.
decimos la palabra pescado sacándole las espinas.
y podemos en cualquier esquina ladrarle a un auto
y seguirlo durante cuadras con la lengua afuera.
porque sencillamente nos hemos vuelto locos de remate.
con el amor no se puede hacer nada
a no ser mirar sin espanto el suicidio diario de
la tristeza, el parir constante de victorias y de bocas
que se tutean con los pájaros/





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