sobre el sillón de mimbre
que compramos juntos
el último verano
entorna los ojos
mientras afuera el viento
sacude los cimientos
de lo real imaginario
me acerco a su pecho
desnudo como el día
hundo en él los ojos
se estremecen los pájaros
un beso no hará de ella
la calle plateada donde sonrío
ni hará de mí el pasadizo de luz
donde ella guarda sus milagros
pero abre los ojos
pero apoyo en su margen mis labios
y la casa sacude el siglo sin ternura
y el dolor de sabernos inmortales/
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