si no podemos ser sublimes
debemos ser los peores.
debemos tirarnos cuescos 
en la iglesia o en la cola de un cajero automático.
o mejor aún: adentro, así el que sigue
ensaya esa proclive costumbre rioplatense 
de la retahíla infinita de blasfemias y puteadas.
si no somos invitados a la fiesta
entonces mearemos saludablemente la entrada,
seremos escatológicos ad honorem 
en salones de funerales,
si no nos sonríen les bajaremos los dientes
si no nos dan la mano se las cortaremos
si no nos dan pescado se los robaremos
si no nos dan la hora le romperemos los relojes
si no comparten el pan se lo escupiremos,
si hablan en latín para que no los comprendamos
les hablaremos en lenguas como posesos,
si no nos dejan ser sublimes
seremos el escarnio que sonríe,
la lepra que se rasca la panza con palomas vivas.
si los aviones están llenos volaremos las pistas.
si la Historia nos niega seremos sus sicarios.
tenemos poesías nucleares debajo de la ropa
y no dudaremos en usarlas,
no le tememos a la ridiculez de nuestra flacura/

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