que una mueca de espanto
se quede en tu boca
por los siglos de los siglos.

que mires el techo de tu cuarto
y una lágrima obstinada y cruda
desgarre una y otra vez tu mejilla.

que los músculos de la sonrisa
se oxiden en toda tu estructura
y no puedas pronunciar la palabra pájaro.

que el sol te agobie la mirada
que la luna te desgarre los vestidos
que el sonido de un reloj te desampare.

pido para mí la misma suerte
que el dolor me pudra las orejas.
que me orine encima cuando recuerde tu nombre.

que ya no haya sobre la Tierra
lugar donde estar a salvo de nosotros
ni del fantasma de nosotros.

por los siglos de los siglos.

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