Acerca del currícum vitae/

La traducción literal es algo así como "el camino de la vida". Es poético, sin duda. Si en lugar de la expresión latina usásemos su doblaje al castellano, debiésemos decir "le dejo sobre el escritorio mi camino de la vida". Qué cosa linda. Ese sendero hecho de rosas y de espinas, de lluvias, sequías, fuegos fatuos y resplandecientes oasis. Pero la poesía termina en el título. Lo que usted debe calcar dentro de ese texto no es, no son sus espinas, sino sus rosas. A nadie le interesa si usted un día se pinchó la nariz e hizo fuerte hachís. A nadie le va a importar, en una mesa de decisiones importantes, si usted sueña asiduamente con que vuela. Lo que usted debe compartir con el otro son sus realidades objetivas, y no todas, claro está, solo aquellas con las que será reconocido -en un pacto tácito- como sujeto: solo los logros le dan existencia ontológica. Y más aún si esos logros tienen el sello de una Institución legitimada socialmente por la Historia Humana, que no es otra cosa que la historia de la derrota de los supuestos débiles por los supuestos fuertes. Porque usted no es sus fracasos, ¡cómo se le ocurre! Usted es sus títulos nobiliarios y sus rosas. Porque no me venga a decir que en verdad le creyó a su profesor de historia cuando en la escuela secundaria le hizo repetir que la nobleza se agotó con la revolución de 1789. La nobleza y los escudos nobiliarios permanecen en pie, conviviendo con una burguesía que de revolucionaria tiene lo que yo de matemático. Bien. Entonces en su camino de la vida usted debe especificar, debe justificar su paso por la empresa (su paso por la Tierra). Yo, por mi parte, como he sido siempre un imbécil consumado, consumido, consuetudinario, consentido, consciente de cinismo, de sí mismo, de cismos y cisnes que no sirven para nada; decía, yo voy a trabajar el género "currículum vitae" de otro modo. El trabajo no lo obtendré, eso lo doy por hecho, a no ser que el encargado de decir sí o de decir no sea un irremisible incompetente. Entonces, propongo, que a partir de hoy en los "caminos de la vida" especifiquemos: gustos de helados preferidos, películas preferidas, libros leídos, una mini narración acerca del otoño, color preferido, cantidad de veces diarias que enunciamos la palabra pájaro o dromedario o amor o gliptodonte, especificar si estamos a favor o en contra de Monsanto, aclarar minuciosamente si somos homofóbicos o no, cuántas veces nos bañamos a la semana (si es que lo hacemos), especificar también la cantidad de veces que nos hemos caído de: hamacas, patines o patinetas y si hemos llorado a boca de jarra por ello. Bueno. Creo, me parece, que con eso por el momento tendremos bastante para charlar con el potencial interlocutor que nos hará la posible entrevista laboral. Que podrá completarse, por ejemplo, con una buena partida de ajedrez o un partido de tejo o unos penales o un maratón de eructos o quién come más huevos duros en siete minutos. El currículum vitae es un genero policial sin suspenso, sin trama, sin argumento, sin belleza. Porque en un mundo que vive de producir y consumir, la belleza (el sentimiento de lo bello) suele estar de más. A partir de hoy, entonces, armemos el currículum vitae con muchos colores, y debajo de nuestro nombre pongamos el nombre de nuestros villanos favoritos.

León

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