los automóviles estacionados a ambos lados de la calle.
nada tienen los humanos que decirse.
a ambos lados también los comercios
también los árboles de mandarinas
las oficinas, las postales imberbes del sol, los demonios
que habitan dentro de los perros que duermen en 
las puertas de las fábricas. todo es una risa.
un hombre que se ha quebrado el brazo izquierdo
entra corriendo a un locutorio y llama a su casa,
su mujer no le cree, estás drogándote con tus amigos,
le dice estás metiéndote en la cama con alguien,
pero él jura que no y describe lo que ve
los automóviles estacionados a ambos lados de la calle
los humanos mudos, los comercios, las mandarinas,
todo el espectáculo cuneiforme del siglo cantarín, todo
pero la mujer cuelga el teléfono y él llora de rabia.
el brazo, piensa, el brazo y sale a la calle.
mira los adoquines. llueve pero todo es una risa.

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