no tengo nada que perder, pensó Equis.
y no hay nada más libre y peligroso
en el universo que un tipo que nada tiene que perder.
si ese tipo es escritor -por ejemplo- y no
tiene nada que perder
ni amistades que cuidar
ni hijos que mantener
ni mujer que amar
ni entuerto que enderezar
ni guerra que ganar
ni lluvia que sostener
ni pájaro que alimentar
entonces muy probablemente ese suertudo hijo de
los siete mares podrá concebir pensar escribir
un algo, una cosa, un artefacto, un poema
sobre una mancha de aceite, sobre la tapa roja de
Ana Karenina abierta bajo el cuerpazo de un Renault 9/

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