cuando la lengua poética ha agotado todos los recursos
solo nos queda escribir malos poemas.
señores con sombreros, comprendan, cuando ya se han
agotado todas las instancias legales del otoño
no nos queda más remedio que escribir mal,
mal, es decir, sin convicción, sin entereza, dudando de
la propia salinidad de los violines marinos, dudando de
la intrínseca habilidad de la paloma para esbozar mentiras,
cuando la lengua por ética calla violencias invisibles
no queda otra cosa que la pelotudez de cantarle a la luna.
si tomamos como medida exacta de la belleza el silencio
el no lugar, el no tropos, el no logos, la no hipocresía 
entonces si belleza es imposible porque todavía no 
podemos o no queremos o no nos interesa contar
NUESTRA PARTE DE LA HISTORIA
LA OTRA DOBLEZ DE LA CAMPANA, entonces,
señores con sombrero, no nos queda otra
que la apatía sorda e insípida de cantarle a la luna,
hasta tanto la lengua por ética o poética no recupere
la posibilidad al menos de mostrar el otro brazo del
otoño/ 

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