quedaba solamente un paquete de express
y una lata de arvejas
era difícil el sánguche
porque las arvejas no se quedaban en su sitio
entonces
se debía recurrir a la mayonesa
para que no anduviesen rodando
y uno tuviese que perseguirlas a dentelladas limpias
por la mesa

era cerrar los ojos
y pensar en un pavo
o cosa más modesta
en un pieza de pollo

y papá sonreía
y el invierno era otra fábula

a la hora de dormir
las frazadas no alcanzaban
porque el frío se metía por todos lados
entonces tirábamos
camperones sobre la cama
y un par de ladrillos calientes
envueltos en papel de diario

la cosa era en Ramos Mejía
esa parte occidental de Buenos Aires
donde Pochi sonreía
con los pocos dientes que le quedaban
y uno tenía la certeza de que la muerte
era de los otros/

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