leía Las sirenas de Titán de Vonnegut,
era noche en City Bell
afuera, en la calle, los perros ladraban;
el otoño me había obligado a encender el fuego
a mi alrededor silencio y buenas intenciones,
nada más.

llegué a un párrafo que mencionaba
la sociedad marciana de la historia
y la costumbre de que el amor es allí
poco menos que innecesario, tomé mi lápiz
y subrayé de cabo a rabo ese pasaje.

luego dormí.
el sueño me dio algunas cachetadas en la cabeza
y quedé babeando sobre la página 233 del libro.
al despertar una aureola desdibujaba la preposición "de".

al dormir soñé con un gran perro gigante que,
vestido de etiqueta y con ampulosos zapatos brillantes,
me tomaba examen del libro; soñé también una calle
donde una pancarta sostenida a los árboles por
gruesos alambres decía algo así como "demonios,
hemos llegado tarde a tu cumpleaños".

los días transcurren entre lecturas de libros
y sueños donde todos los personajes se confunden.
insisto en la sensación de estar dentro de una novela
donde fumo y bebo té con mucho azúcar, donde
perros enloquecidos le gruñen a las moscas,
despertaré un día y será agosto o septiembre,

árboles cargados de perfumes y de flores me recibirán,
de mi propio cuerpo saldrán autores exhaustos
de correr dentro mío, miraré el sol y habrá
sencillamente habrá
la alegría/

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