de vez en cuando la lluvia
desgasta viejas máscaras
destiñe acuarelas que lo real permuta
en el mercado de pulgas
por unas cuantas manzanas
y quedamos varados
con nuestros cuerpos barcazas en 
mitad de la vida
en plena tierra desnuda
midiendo con ojos de cautela
una sonrisa amena que nos llama
y nos disculpa, siente piedad por nosotros,
y nosotros que tenemos en el alma una
mariposa hambrienta de ternura
nos dejamos acariciar el lomo
por unos cuantos centavitos del sol,
y se acaban los carnavales del asombro
y volvemos más humanos a la casa
que huele a pan y a cebolla y manteles del día,
todo cuanto reniega de sombras es virtuoso
mas no sea por error es virtuoso,
ayudame, 
mujer de ojos 
y de orejas 
y de boca posibles, estoy tan cansado de
los antifaces que prometen arrancarme de cuajo la
tristeza, si vos supieras cuántos relojes de arena se
me murieron en el alma, pero de vez en cuando 
la lluvia, esa loca bribona llena de pájaros azules,
destiñe las viejas máscaras
y nos deja mirarnos a la cara
comprender de pronto el misterio
y sin decir una palabra, golpear con furiosa alegría
la puertas donde el amor deja sus zapatos embarrados
para entrar silbando a casa/

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