pensamientos coloquiales en verso acerca de la
diferencia entre la mirada poética y la mirada narrativa,
tomado del excelentísimo Doctor Lunalatti.

mucho se ha escrito sobre la mirada poética.
podríamos establecer, por mera curiosidad o ejercicio lúdico,
algunas diferencias respecto de lo que el señor Lunalatti
llama la mirada narrativa y la mentada mirada poética.
pero vayamos de a poco total el tiempo no existe.
y si existe es un loro que se niega a repetir la lección.
el escritor es un voyeur. eso es indiscutible. y de los más
lascivos. porque no se limita a contemplar la desnudez de
las relaciones humanas sino que encuentra su goce superlativo
en agregarle a esas imágenes diálogos, descripciones escatológicas
o gnoseológicas o ilógicas o la mar en coche,
elementos sofisticados de la retórica y etcétera.
y, sobre todo, además de un voyeur el escritor es un sátiro.
no en el sentido mitológico sino en el vulgarizado:
su deseo constante de echar mano a las palabras
para penetrar la realidad que contempla es insaciable.
pero volvamos de inmediato a la mirada poética versus
la mirada narrativa. el poeta versus el narrador.
pesos pesados si los hay. suena la campana y comienzan a bailar
sobre el cuadrilátero. se miran desafiantes, tiran golpes que
no convencen a nadie y pronto los púgiles se distraen.
ya está. el verdadero combate empieza. los ojos de ambos
se pasean por las gradas. allí hay de todo. se les empacha la
mirada entonces es hora de escribir, quitan sus guantes, toman
la lapicera o abren sus computadoras personales y.
ante un mismo objeto reaccionaran de distinto modo.
el objeto permanecerá inamovible para ambos pero cada
uno de ellos lo decodificará según sobre tras. vayamos a un ejemplo.
hay un hombre solitario fumando un cigarrillo al lado de la campana.
material de sobra para el narrador: he allí un asesino a sueldo que
está esperando la finalización de la pelea para cargarse al desdichado.
material de sobra para el poeta: ese hombre que fuma es una representación,
es un símbolo de la soledad del hombre, el cigarro que pita es Dios.
otro ejemplo: vuela una mosca. para el narrador vuela una mosca.
para el poeta vuela una civilización entera en esa mosca.
ni falta hace que me endilguen el estar siendo injusto con alguno de
los dos. esto es escritura en vivo, fluir del pensamiento o lisa
y llanamente una paparruchada. como sea, es lo que hay.
repasemos: el escritor a secas es un voyeur lascivo y ponzoñoso.
el narrador crea un marco para lo que contempla, un macrocosmos.
el poeta destroza los marcos y roba la pintura, crea un microcosmos.
el narrador va hacia el universo en constante explosión.
el poeta va hacia el interior de los entes en constante implosión.
he ahí, según el benemérito Lunalatti, el quid de la cuestión.
la verdad de la milanga. o algo por el estilo.

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