el loco Joe iba siempre con una mochila a cuestas.
dentro llevaba la cabeza de su madre.
buscaba un lugar apropiado donde enterrarla.
no quería que algún perro la descubriera y
anduviera con ella de acá para allá.
de vez en cuando la sacaba de la mochila y
la apoyaba cerca suyo sobre alguna roca,
con dedos delicados le subía los párpados
y los ojos aparecían con expresión vívida.
entonces el loco Joe se armaba un cigarrillo
sacaba la bolsita con tabaco, el papelillo
y le daba fuego con un fósforo gigante.
madre, decía el loco Joe, madre qué vieja estás
pero sigues guapa como siempre.
acariciaba el cabello endurecido y amarillento
y luego volvía a guardar la cabeza con cuidado.
de noche el loco Joe trepaba a algún árbol para
dormir y allí se quedaba hasta el día siguiente.
en su corazón una mariposa hermosa volaba
a veces se asomaba a sus ojos y entonces
el loco Joe sonreía/

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