los Nuevos Perros andan la calle, huelen árboles,
levantan sus patas y orinan bolsas de basura,
el orín se desliza por los suecos de las baldosas
y ganan la calle
allí titubea hasta formar el rostro de una niña
que luego forma la mano de un hombre
que luego forma el lomo de una mantis religiosa
que luego forma la boca de tormenta de una metrópoli
si no llueve a tiempo, los automóviles que pasan por allí
arrojarán el orín contra los escaparates de las tiendas de ropa
y las empleadas con gesto adusto saldrán con baldes llenos
de agua y lavandina
que arrojarán con furia contra los vidrios maculados,
los Nuevos Perros forman una jauría que degüella la calma
monótona de las palomas que comen en las plazas
o en los balcones de los edificios
o bajo los puentes que cruzan el Camino hacia la Gran Capital,
un lenguaje primigenio deambula entre las sombras de
los equinoccios y deja sobre el pecho de los sapos una
llave que sirve para abrir los sótanos donde el viento de
la tarde urde sus casamientos; los Nuevos Perros comen de
los tachos de basura de los restaurantes céntricos,
orinan los postes de luz cuando lo creen necesario/

No hay comentarios:

Publicar un comentario