lo que sucede después de la muerte
es mucho menos misterioso de lo que
sucede después de aquello que llamamos
casi graciosamente amor,

lo que sucede después de la muerte le importa al muerto
y nada más, acaso a algún familiar demasiado perseverante
en el dolor. 

mas lo que sucede después de eso que graciosamente llamamos
amor es cosa que incumbe a vivos y a muertos
a sanos y enfermos, a grises y azules.

después de eso que trágicamente nombramos amor lo que
sucede es
parecido a la lluvia o a la sequía, tiene el olor de las flores en
los vasos con agua
olvidados en el alféizar de una vieja ventana
de un viejo dormitorio.

lo que sucede después de la muerte le incumbe a los muertos
y a algún que otro espíritu que se resiste a marcharse.
pero lo que sucede después de eso que indiscretamente llamamos
amor es aún más misterioso, es como si de pronto la llave con
la que abrimos a diario la puerta de casa no entrase correctamente en
la cerradura

y nos quedásemos del lado de afuera
reconociendo la puerta
reconociendo la casa
apretando con la mano crispada el picaporte violento, negado,
y para colmo a la intemperie

con un cielo que amenaza escupir caballos desnudos 
lluvia que no borrará del todo la memoria/

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