nosotros que descendemos de una esfinge
que tenemos por antepasados un padre diluvio
y una madre lluvia de locos
nosotros que en lugar de bocas nacimos con 
daguerrotipos de calles que se pierden bajo la luna
no supimos o no quisimos borronear nuestros nombres en
la corteza azul del tiempo
en el árbol que conoce todos los prodigios
y todas las artes habidas y por haber,
iremos puerta por puerta vendiendo ventanas que
dan a un patio donde el solcito nunca da la hora exacta
donde las sombras cantan villancicos con olor a azufre
y sin embargo quién de nosotros altercará con la
memoria insípida de las llaves que olvidan donde es
que están las cerraduras y los puertos donde
dan de comer langostas que si uno las prueba, dicen,
le nacen bocas por todo el cuerpo que no se cansan
nunca se cansan de cacarear alegrías, de parir pájaros
que arrastran tras de sí violonchelos y países enteros
donde la gente es feliz con dos centavos de aurora/

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