la noche inclina árboles más pesados que la memoria.
una gota de lluvia borra
la delicada transparencia de la luna,
en algún patio un hombre mira el cigarrillo que llevará a su boca
mientras por las piernas le sube el sapo gris de la alegría
y le trepa hasta el pecho
y abre un surco y croa allí, creyó que la noche le
devoraría las manos como una hiena hambrienta y despiadada
sin embargo lo estrechó contra su pecho
lo alimentó con premura
y así anduvieron imperturbables, amorosos,
develando símbolos ancestrales
y números que corren desnudos en el amarillo tejo de la vida/

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