con un cuchillo pelo el limón
corto su cáscara, la mesada pronto
se llenará de hormigas, me sentaré a mirar
cómo trabajan, pondré el agua para el mate
y me sentaré a mirar cómo se las arreglan
para romper en pedacitos esa cáscara
y subirlas a sus breves lomos azules
y llevarlas sin queja alguna hasta el laberinto
terroso en el que viven sin chistar
sin acusar a Dios por sus destinos,
en silencio soportando el impiadoso pie del niño
o el orín de los caballos, el frío el calor,
a sabiendas de no tener nombre propio
cualquiera se llama hormiga, esta aquella
la de más allá se llaman todas iguales
y no sufren por eso, las estoicas hormigas,
llevo la bombilla a mis labios y las miro,
marchando en fila, silenciosas, abnegadas,
y pienso que de ese modo, quizá,
se construye la alegría/

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