qué densidad se ocupa de tus manos.
para qué tanto crepúsculo enmohecido.
basta un hilo acaso para llenar el día
de viejas libretas donde el tiempo te demora?

subió hasta tu boca un pez pidiendo permiso.
qué densidad, insisto, se adueña de tus horas?
cuando no es sino lo que ha sido
el tímido elemento con que
me nombras: la mirada es tu punto de partida.

en esta hamaca se detuvo para siempre el río.
sobre aquellas ventanas se apoyan ahora las
ramas
de una idea
devenida en hambre, solsticios de un rumor que
muere.

qué principio borrará la huella apocalíptica de
esta puerta hastiada de correr hacia el mar.

qué mano cuál ojo quién de todos los caballos
alimentará de una vez y para siempre tus
campanarios de invierno/

No hay comentarios:

Publicar un comentario