la poesía empieza un día cualquiera
primero un leve dolorcillo lumbar
una mínima molestia en el ojo izquierdo
una cojera apenas perceptible
un humor de perros bajo la oreja
se amanece pálido al otro día
pueden crujir los párpados al cerrarse
o al abrirse
de pronto podemos ver a través de las paredes
cómo orina el vecino del 5º C
o cómo le hace el amor a su mujer en nochebuena
a la hora de los pájaros
la poesía empieza un día cualquiera
y no termina sino hasta que baile
desnuda rabiosa impertinente
sobre tu propia tumba/

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