quitarle los árboles a las palabras
matar sus limones
arrancarle una a una las pestañas y hacer con ellas
una garita de terciopelo gris
donde aguardar que los pájaros sigan su camino
vestidos siempre de tiempo y contratiempos
pero entonces a las palabras habría que quitarles el pellejo
para que ya no digan lo que dicen
para que se lustren de anís y de carne
que digan lo que no quisieron decirnos cuando la lengua
les pertenecía
ahora es nuestra la gramática y la haremos parir al padre
zurcir la boca mosquitera del significante así las cosas
llenar la poesía de gatos histéricos que sudan en la noche/

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