nunca aprendí a tocar el piano
ni a patinar, en verdad
ahora que lo pienso
son muchos los verbos que no he aprendido
a conjugar
por ejemplo
cómo se conjuga el verbo cielo?
y el verbo soledad?
y ese otro verbo aún más irregular
que solo utiliza la primera persona del plural?
es decir, ya que decimos, ya que tenemos
por ahora y desde hace rato
el poder de la palabra
digo: cómo se conjuga de ahora en más
el verbo nosotros del infinito vos y yo?
nunca aprendí tantas cosas
yo no sé pescar
porque mi padre no sabía pescar
tampoco sabía disimular la sombra sobre los cimientos,
pero esa sería otra historia
la historia de los pretéritos perfectos
es decir, ya que decimos tantas cosas,
la historia de lo que pasa y pasó y ya nunca pasará de nuevo
a no ser en el cine
o en el teatro, ves...?
he ahí otra de mis asignaturas pendientes:
hubiera amado haber subido a una tarima a interpretar
algo de Shakespeare o de Beckett
aunque me expusiese al tiro al blanco de tomatazos
o lechugazos o, peor aún, pepinos y paltas,
son tantas las cosas que no he aprendido
y que ya no aprenderé
porque el tiempo
o el reflejo involuntario del tiempo
esa comezón de horas que nos deja panza arriba
mirando cómo nuestros hijos crecen 
y nuestras canas crecen sin solución de continuidad,
yo no sé, por ejemplo, andar a caballo
ni manejo el arte pragmático de la fotografía
y, aunque doy clases de castellano
en algunos colegios de la ciudad, no distingo
la cursiva de la manuscrita (si es que son dos cosas distintas)
y cuando escribo algún texto de mi puño y letra
suelo mezclar imprentas con minúsculas
y viceversa, nunca aprendí a morir de amor
ni a amar de amor
ni a lloverme por dentro de amor, cómo son los
adverbios de tiempo cuando el tiempo es algo inexistente?
por otra parte... lo decimos,
ya que podemos formular enunciados sostenidos 
en cierta lógica: solamente cuando nos quedamos solos
pero
ATENCIÓN
absolutamente solos
nos empiezan a acompañar todas las cosas
los platos las cucharas
los pájaros los rinocerontes presos en los zoológicos
las sombras de los edificios
los boletos del tren
la permutación de las almas
la vida y sus yuyitos y ese último punto del universo
donde Dios o la idea de Dios o uno mismo
es
en definitiva
todo aquello que nunca aprendió a hacer/

















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