Yo no me sé si el pájaro que dijiste empieza a sernos casas en la boca ahumada de la palabra utopía, tampoco querría decirte de pronto que en el mundo de las matemáticas y en los prolegómenos de la lluvia me encuentro desencontrado, un poco aminorado de soplar en tus ojos algo que se agite y tiemble para empezar a amarte, de vez en cuando un grillo o una ballena o una ventana del séptimo piso se apoya en mis hombros y a caballo vamos de la memoria y del olvido, hoy, en esta tarde, en este íntimo devenir de las cosas invisibles yo te digo estamos, vos me dirás madera, ninguna palabra ha venido a rescatarnos, qué alegría de pez tienen hoy tus ojos/

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