dejamos que los bancos de las plazas de pronto
se convirtieran en territorios neutros y que las calles
por donde andan los automóviles y las bicicletas
se nos metieran en las venas con toda su horda de
luces y móviles sarcasmos dejamos que una mera
baldosa hecha de piedra y de ceniza nos tocara los
ojos justo cuando estábamos a punto de desplumar
la realidad entre las manos entonces dijimos luna
y fue nuestra la cándida luz de los semáforos entonces
dijiste día y un engranaje hecho de pájaros invisibles
me tocó la boca y el mundo se quejó de lleno
justo sobre nuestras propias narices que ya eran una/

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